Hola a todos. Soy Ana
Rodríguez Gallego, ex alumna del instituto.
Escribo esta pequeña
crónica para relataros una maravillosa experiencia que viví este verano tras
haber ganado un concurso de latín.Ante la estatua de Homero con una amiga. Ana está a la derecha. |
Poco tiempo después de
empezar 2º de bachillerato, Lali, mi profesora de latín y griego, me animó a
presentarme al concurso de latín de la Sociedad Española de Estudios Clásicos.
Ella me preparó y después de haber trabajado mucho, llegó el día del examen.
Lo hice lo mejor que pude,
pero nunca imaginé escuchar mi nombre el día de la entrega de premios. Recuerdo
la alegría y la sorpresa cuando me nombraron ganadora del primer premio. Este
consistía en una beca para estudiar en la universidad, un taller de teatro en
Sagunto o un viaje a Grecia. Animada por Lali, escogí este último.
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En la Acrópolis |
El día 12 de julio partí
rumbo a Atenas con Manu, el chico que ganó el concurso de griego. Iba con
muchas ganas y mucha ilusión. Tras tres horas de vuelo, llegamos a Atenas y nos
dirigimos al hotel donde conocimos a parte del grupo que formaba parte del
curso de la Academia Homérica. Al llegar la noche, fuimos a cenar y descubrí lo
riquísima que está la comida griega. Después, dimos un paseo por Plaka y
Monastiraki, adentrándonos por pequeñas callejuelas, y vimos la Acrópolis
iluminada. Esa noche comencé a descubrir la magia que encierra la capital de
nuestra cultura.
Al día siguiente, fuimos a
visitar la Acrópolis. Había visto muchas fotos del Partenón, el Erecteion...,
pero vivirlo es completamente diferente. Me impresionó muchísimo y, gracias a
haberlo estudiado en historia del arte, pude comprenderlo mucho mejor.
Visitamos también el museo de la Acrópolis y el Museo Arqueológico. La playa de Quíos |
La vida en Quíos es muy
relajada. Por las mañanas solíamos tener un par de horas de clase en las que
traducíamos el primer canto de la Ilíada. Por las tardes teníamos tiempo libre
en el que aprovechábamos para bañarnos en el mar. El Egeo es impresionante, el
color azul del agua es precioso. Algunas tardes teníamos también un rato de
clases. Por las noches, los alcaldes de distintos pueblos nos invitaban a cenar
a pueblecillos en la montaña; las cenas eran estupendas.
Hicimos muchas
excursiones: fuimos a Oinousses, una isla de armadores con mucho encanto; a
Emporio, una antigua ciudad en lo alto de la montaña desde la que las vistas
eran impresionantes; visitamos también muchos monasterios, entre ellos, uno de
los más importantes, el de Nea Moni; fuimos a Daskalopetra, el lugar donde
Homero enseñaba a sus alumnos, a la biblioteca de Quíos; vimos amanecer sobre las
montañas de Turquía y la luna llena iluminando el mar...
Amanecer en la isla con Turquía al fondo |
Tras una semana en la
isla, volvimos a Atenas un par de días y disfrutamos de nuevo su magia y su
encanto.
Esas casi dos semanas en
Grecia fueron maravillosas. Todos los recuerdos que tengo de esos días son
geniales: la amabilidad de la gente, los paisajes, el mar, la comida... y,
sobre todo, los buenos amigos que allí hice. Como dice Lali, Grecia hay que
vivirla, y yo he sido muy afortunada de poder hacerlo.
Estoy enormemente
agradecida a todo el instituto, a todos mis profesores y, en especial a Lali,
porque estos años han sido estupendos. Desde aquí me gustaría animar a todos
los alumnos a que trabajen y se esfuercen, a disfrutar aquello que hagan,
porque al final obtendrán una grata recompensa.
Ana Rodríguez